DESPERTARES - La revolución pacífica
La cuestión no es el trabajo, sino su magnificación, el lugar que ocupa en la iconografía alienadora y aberrante de nuestro tiempo. A toda actividad lo bastante larga para no dejarte hacer nada más, lo bastante desagradable para que ansíes cualquier cosa que te permita abandonarla, y lo bastante mal remunerada para que nunca puedas hacerlo, se le llama trabajo; claro que hay excepciones a tal relación de factores: hay a quien el trabajo le roba poco tiempo, no le supone un trastorno y le permite vivir como un príncipe; pero ésos no son, en rigor, trabajadores, sino administradores del trabajo de los demás, en una palabra, ladrones; ¡a robar a diestra y siniestra, expoliar el pasado e inmolar le llaman trabajar! A organizar sociedades de usura y acumulación de bienes en contra de la prosperidad y la hacienda comunes, le llaman patria, progreso, ley y orden, las instituciones…
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