DESPERTARES - La revolución pacífica
Aprovechamos las fechas navideñas para dejar un mensaje que nos hace ver cómo simplemente cambiando nuestras palabras podemos cambiar nuestro mundo a mejor.
Los pensamientos que tenemos y las palabras que decimos conforman continuamente nuestro presente, nuestra vida y nuestro mundo. Muchas personas tienen el hábito de pensar negativamente sin darse cuenta de que cada vez que lo hacen, se hacen daño a si mismas, sin embargo, cuando aprendemos a elegir pensamientos positivos, los viejos y negativos se disuelven y desaparecen.
El siguiente vídeo muestra cómo la forma de escribir o decir algo puede cambiarlo todo radicalmente…
DESPERTARES
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Esta es una verdad tan grande como una catedral, sin embargo poco entendida y peor practicada por un alto porcentaje de la población mundial y podría, en efecto ser un bálsamo para el cuerpo lacerado y convulsionado del planeta, pues lo transformaría en poco tiempo.
Se nos ha dicho que estamos en un estadio de profundas mutaciones, de desafíos diferentes, pero siempre llenos de oportunidades de progreso en el sendero hacia la liberación. Y en todos los ámbitos se va gestando, para alborozo de los que creemos en el ser humano, una pronta concordancia de la sabiduría humana con la verdadera religión y ésta con la pujante ciencia, simbiosis creciente de ambas con el más alto y perfecto arte, conformándose así una tríada que dinamizará la evolución.
El pensamiento es el origen de toda palabra y ésta, a su vez genera acciones de todo orden en estos planos multidimensionales, de cuyos efectos somos todos responsables. Si pensamos en armas y egoísmo, con seguridad cosecharemos luchas, guerras, dolor y sufrimiento; si mentimos, dudamos, tememos, injuriamos o nos preocupamos obsesivamente, crearemos energías que nos rodearán, distorsionarán y crearán así mismo, un entorno negativo, produciendo, como consecuencia, efectos desastrosos en nuestras vidas, en los países en que vivimos y en el planeta entero, pues, mientras un ser humano sea malo, el resto no puede ser bueno, como sentenció Comenio.
Hemos de emanar pensamientos, constructivos y puros, de paz universal, impregnándolos de elevados deseos de altruismo y armonía, y sobre todo, necesitamos concretarlos en actos constructivos para el bien y pervivencia de toda la humanidad. Este trabajo debería empezar por nosotros individualmente y necesita mantenerse de forma constante para que en el futuro sea el denominador común del pensamiento y palabra del colectivo humano a efectos de crear una deseada y perfecta armonía.
El mundo necesita de muchos obreros y mejores servidores. Por ende, tratemos de vivir a diario lo que se pregona, empezando por cultivar una mente pura y positiva que sólo busque lo bueno en cada hermana y hermano y en toda circunstancia.
Es una verdad que nadie es perfecto, que todavía vemos por espejo, en oscuridad, como clamaba Pablo de Tarso, el Apóstol de las luces, que cada uno ha de aprender a desarrollar la eficiencia de su mente mediante el trabajo fecundo y constante, la concentración y la correcta observación, a través del estudio esforzado de las ciencias y de las artes y cultivando el amor universal mediante una mayor adaptabilidad con una mente abierta, siempre dispuesta a recibir y discernir sobre nuevas ideas y, por cierto, a través de la Luz que el Amor abarcante del Padre Supremo indiscriminadamente imbuye en el corazón de todo espíritu anhelante.
Entonces, cultivando el equilibrio y el altruismo, palpitaremos en tonos musicales elevados. Nuestras vibraciones estarán así armonizadas con las del Macrocosmos y nuestros actos serán mucho más útiles para el bien de todos, irradiando concordia y amistad en nuestra atmósfera y creando, de ese modo, el ideal de la tan buscada Paz Universal que anhela con fruición este siempre dinámico microcosmos que es el hombre, responsable último del destino de su hogar provisional, el bello planeta en que vivimos.
Así sea.